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Llegué a la luz y entonces comprendí que acababa de salir de una cueva y ahora me encontraba en un bosque. 
<<¿Cómo ha pasado esto? Yo estaba en mi cuarto...>>, pensé.
-¿Eres Victoria?-preguntó una voz gutural.
Miré a mi alrededor, no había nadie.
-Responde, niña, o me veré obligado a hacerte daño.
-Sí-dije miedosa-, soy Victoria... ¿Y usted? ¿Quién es?
-Soy el árbol que tienes a tu derecha... Aquí me llaman Sabio.
Miré, y vi el árbol. Lo notaba raro... En ese momento, me di cuenta de qué pasaba: en el tronco habían unos ojos y una boca... pero, algo peculiares...
-Encantada, Sabio.
El árbol comenzó a reírse y me sentí incómoda.
-Encantada... y nunca mejor dicho, no puedes salir de aquí-dijo repentinamente serio.
-¿Qué? No... no es posible...
-Lo es, de hecho está pasando.
-Pero, ¿por qué yo? ¿Cómo sabías mi nombre?-pregunté asustada.
-Eres nuestra única salvación, niña. Tú eres Victoria.
-¿Salvación? ¿Yo? ¡¡Pero, si no sé ni dónde estoy!!
-Estás en Lu-Rièn, el mundo de la magia...
-Lo de la magia lo imaginaba, estoy hablando con un árbol...
El árbol rió de nuevo.
-¿Y qué tengo que hacer?-pregunté. Miré mi ropa, estaba rota-. ¿Qué le ha pasado a mi ropa? Está destrozada...
-Al viajar aquí... la presión la rompió. Espera, llamaré a un hada.
Me senté en el suelo, con las piernas cruzadas y esperé. Unos minutos después llegó un ser diminuto, con alas y luz propia. Me quedé embobada mirándola, era un hada hermosa.
Se escondió detrás de un árbol y un momento después me señaló que fuera a ese lugar. Colgada de una rama había ropa nueva ¡y calzado también! Había esto: http://www.polyvore.com/cap%C3%ADtulo/set?id=32021004
-¿Esto es para mí?-pregunté.
El hada asintió con la cabeza.  
Me emocioné.
-Gracias, es precioso-sonreí.
El hada me devolvió la sonrisa y se marchó para que me cambiara. Me quité la ropa rota y sucia y me puse la nueva. Después, fui a reunirme con el árbol y el hada.
-Te queda genial-habló por primera vez el hada. Su voz sonaba como campanillas, era una voz suave y melódica.
-Gracias...
-Nirial, me llamo Nirial-dijo.
-Yo Victoria.
-Lo sé, hacía tiempo que te esperábamos.
-Pero, ¿qué se supone que tengo que hacer ahora?
-Tienes que ir con Nirial, a la ciudad de los elfos. Ellos te cuidarán-dijo Sabio.
-Ven, acompáñame-dijo Nirial, cogiéndome del bajo del vestido.
-Adiós, Sabio-grité desde lejos, ya.
Después de un rato caminando, llegamos a la orilla de un río enorme. 
-Toca el agua-dijo Nirial.
No estaba muy segura de lo que me decía, pero le hice caso; al fin y al cabo, era un mundo mágico.
Rocé el agua con la punta de los dedos, de repente el río dejo de devolver mi reflejo... y apareció una ciudad submarina.
Lancé una exclamación ahogada.
-¿Qué... qué es eso, Nirial?
-La ciudad de los elfos. Tranquila, no te vas a mojar, ni a ahogar. Es una ciudad submarina pero a la misma vez no hay agua.
-Una puerta interdimensional-entendí.
-Yo no lo habría explicado mejor-sonrió.
-¿Y ahora qué hago?
-Tírate al agua, caerás en una nube. Después, la nube descenderá muy poco a poco. Yo te esperaré en el suelo. Cuenta hasta tres y entra, ¿vale?
-Parece una historia de princesas-reí-, pero sí, estoy preparada.
Nirial entró en el agua y desapareció de mi vista.
-Uno...-me arrodillé en el borde-, dos...-me preparé para tomar impulso- y tres-salté dentro del agua.
Caí en algo blandito, y me aferré al borde. Notaba cómo la nube se movía, y me daba vértigo. Miré hacia abajo, cada vez estaba más cerca del suelo. Y, como había prometido, ahí estaba Nirial. Pocos minutos más tarde, ya estaba con Nirial y su nuevo acompañante, un elfo.
Su pelo era plateado, recogido con una mariposa a la altura de la espalda. Sus orejas acababan en punta y sus ojos... sus ojos eran un mar plateado. Era alto y delgado, y no tendría más de 17 años.
Cuando llegué, Nirial y el elfo estaban riéndose. Me daba vergüenza hablar... y me quedé callada.
-Hola, Victoria-dijo Nirial-. Éste es Eylan.
Sonreí.
-Entonces... ¡es verdad!-exclamó Eylan.
Su voz era dulce y suave.
-¿El qué?-pregunté.
-Eres la joven más bella de los Nueve Reinos.
Me quedé alucinada, pero volví a sonreír.
-Eylan, me animas bastante-dije.
-Debes estar agobiada, tienes mucho que...
-¡Eylan!-exclamó Nirial- Aún no le he dicho nada.
-¿Y a qué esperas?-preguntó, entre confuso y enfadado.
-Primero tiene que saber lo que le esta pasando a ella misma, ¿no crees?-sugirió Nirial.
Estaba empezando a enfadarme.
-¿Podéis dejar de hablar de mí como si no estuviera?-pregunté mosqueada.
Los dos se miraron, con decisión.
-Victoria, tu madre era elfa-dijo Eylan.
-¿QUÉ?-eso era demasiado-. ¿Y por qué no me dijo nada?
-Ven, te lo contaré todo.
Fuimos a orillas de un gran lago.
-Eylan, ¿por qué...? -me puso uno de sus largos y finos dedos en los labios, en señal de silencio.
-Vic, relájate, ¿quieres?-sonrió-. Mi madre y la tuya eran amigas.
-Y, ¿qué pasó?-le miré fijamente.
-Tu madre quedó embarazada.
-De mi padre.
-Sí, pero no el que ha cuidado de ti estos 15 años, sino de tu padre biológico.
-¿Quieres decir...?-se me saltaron las lágrimas.
-Que tu padre es uno de los elfos de la ciudad. Pero, volviendo al tema... Este mes cumples 16 años, ¿verdad? -asentí-. ¿Cuánto falta?
-Sólo unas horas-sonreí.
La expresión de Eylan se transformó por completo.
-¿Sólo... unas horas?-susurró. Asentí- Tenemos sólo HORAS para prepararte.
-¿Para qué?
-Para...